miércoles, 13 de febrero de 2008

Perdona, tienes fuego?

Las cenizas del amanecer inundaron mi cabeza,
un sol ausente sonreia desde su escondrijo,
dibujando el perfil de las farolas.
Negras.
Las cenizas de alma se escurrieron entre mis yemas
y la chusta del amanecer se ahogo en un mar de lagrimas.
Rojas.
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Tomen nota

martes, 5 de febrero de 2008

¿Demasiado?

Recostada sobre aquella apetecible cama y con mi reflejo tintado de rioja, dispuesta para el derribo me encontre sumida en una piscina que parecia profunda, pero en el fondo no cubria nada.

-"¿Demasiado? Siempre he pensado que es una de esas palabras que no deberían existir, al igual que nunca y siempre -me mira- No me dicen nada, quizás y siendo generoso mentiras. Una pequeña ayuda para el autoengaño encubierto"

-"¿Y que te dice suficiente?" denotando la impaciencia de mi carne al no recibir mi ansiada recompensa, pocas veces digo te quiero y menos seguido de demasiado, supuse que le daria un toque intenso.

-"¿Lo dices por lo de antes? Creo que no puedes decir te quiero demasiado, por que nunca puede quererse demasiado. Si es demasiado no estas queriendo, estas haciendo otra cosa por que como ya te he dicho... demasiado no debería existir, sin embargo es posible que algún dia me quieras suficiente..."

Descorri el telon de mis pezones y empeze a tocarme presa de una sonrisa.

-"Has dicho nunca, jeje"





Calla y follame, tonto.

domingo, 3 de febrero de 2008

Terror nocturno

Se comia el mundo a dentelladas, resquebrajandolo con sus afilados colmillos, desdeñando el jugo, quedandose con los mordiscos de carne más grandes.
Con el paso del tiempo, cuando las raices de sus dientes empezaron a debilitarse, y los apreciados caninos fueron desprendiendose poco a poco de sus encias, tuvo que adaptarse y sacar la lengua para asi chuparlo. Lentamente, disfrutandolo.
Cuando la sequia inundo su lengua y esta se resquebrajo deshaciendose en mil pedazos tubo que contentarse con mirarlo, tan grande, tan turbio y brillante al tiempo...girando siempre en su sin sentido.
Sus ojos agotados se diluyeron en un liquido espeso inundando sus cuencas mientras trataba de usar sus oidos para, al menos, escuchar el pequeño temblor que llegaba desde la superficie. Y entonces sucedió. Sin más le dio la espalda y decidió ignorarle.
El mundo le vió, y sin siquiera permitir a un suspiro escapar de su garganta, lo engulló.

Fin.